NUESTRA PEDAGOGÍA

DEL CORAZÓN

La Pedagogía del Corazón es el “estilo educativo propio” desarrollado por la Congregación de Religiosas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, desde el convencimiento que la educación sólo es verdaderamente eficaz si sabe llegar a la persona entera, si forma “el corazón” de las y los estudiantes.   

 El corazón es el “centro de la persona, desde donde ésta se forja, por ser la sede de la voluntad, del amor y del juicio”. “Por grande que sea la importancia que en nuestros colegios haya de darse a los estudios, según el fin que nos proponemos, la formación del corazón de las niñas será siempre nuestro blanco en el terreno de la educación” (Boletín del Instituto 1929).  

 Nuestra Pedagogía del Corazón plantea el equilibrio necesario entre la suavidad y la firmeza, dos aspectos inseparables de la ternura que nos llevan a formar personas seguras, al experimentarse queridas, y a la vez, “personas recias, de fuerte corazón”. 

 Querer a nuestros estudiantes implica una gran dosis de empatía, de cariño expresado y también de firmeza para impulsarlos a sacar lo mejor de sí mismos. Conjugar suavidad y firmeza no es fácil y, sin embargo, se hace aún más importante cuando los estudiantes presentan más problemas. Para ellos la vida viene con más escollos y por lo mismo, deben desarrollar más recursos interiores para enfrentarlos.  

 El papel del educador/a es ser parte de este proceso de fortalecimiento interior. Ayudarlos a crecer, acompañarlos y formar en ellos una personalidad capaz de superar sus propias dificultades, de enfrentar la vida, de llegar a hacerse autores de su propio desarrollo y de responsabilizarse de la vida de otros. 

 Nuestra Pedagogía del Corazón que es integradora, hunde sus raíces en la persona de Jesús. Un Jesús contemplado, conocido interiormente en sus afectos, en su forma respetuosa y a la vez incansable de amar, de esperar, de comprender íntimamente cada corazón humano… De sus criterios y Buena Noticia, de su de acercarse, de tocar, de hacer y sanar, nace una concepción de la persona humana, una manera de mirar a cada una, una antropología que descubre: 

  • La dignidad de cada persona como hijo, hija de Dios, llamada a vivir un proyecto de Dios para ella. 
  • El valor de cada persona   …como amada hasta el extremo por Jesús.  

 Para ser fieles a nuestra misión y al deseo de dar lo mejor a nuestros alumnos no podemos olvidar enseñarles a relacionarse con Dios y con los demás y a poner sus talentos al servicio de los demás.  

  • Progresivamente conscientes de sus dones personales y activamente responsables de su desarrollo. En el estudio y en los crecientes compromisos propios de su edad. 
  • Capaces de hacer una reflexión propia y personal acerca de la realidad. 
  • Capaces de ir eligiendo con libertad y formándose una voluntad consistente. 
  • Comprometidos solidariamente con su realidad según su edad, de modo que, paulatinamente puedan ir haciéndose hombres y mujeres capaces de aportar a la formación de una sociedad más humana y más justa.  

 Este empeño no está exento de tensiones, sobre todo porque tenemos la obligación ética de ofrecer una educación de muy buen nivel académico.  

 “Presten a las alumnas la ayuda que necesiten, de modo que aún las menos hábiles para el estudio lleguen al nivel máximo que su capacidad les permite. Los medios que han de emplear para lograrlo son, juntamente con la comprensión y el interés por sus alumnas, la diligente preparación remota y próxima de las clases y el empleo de material auxiliar moderno…”. (C Estrada junio de 1960) 

 Lograr el equilibrio en la búsqueda de la formación integral de la persona concreta y el empeño por alcanzar estos altos niveles en la educación académica siempre será un desafío para la Pedagogía del Corazón. 

 

NUESTRA PEDAGOGÍA

DEL CORAZÓN

La Pedagogía del Corazón es el “estilo educativo propio” desarrollado por la Congregación de Religiosas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, desde el convencimiento que la educación sólo es verdaderamente eficaz si sabe llegar a la persona entera, si forma “el corazón” de las y los estudiantes.   

 El corazón es el “centro de la persona, desde donde ésta se forja, por ser la sede de la voluntad, del amor y del juicio”. “Por grande que sea la importancia que en nuestros colegios haya de darse a los estudios, según el fin que nos proponemos, la formación del corazón de las niñas será siempre nuestro blanco en el terreno de la educación” (Boletín del Instituto 1929).  

 Nuestra Pedagogía del Corazón plantea el equilibrio necesario entre la suavidad y la firmeza, dos aspectos inseparables de la ternura que nos llevan a formar personas seguras, al experimentarse queridas, y a la vez, “personas recias, de fuerte corazón”. 

 Querer a nuestros estudiantes implica una gran dosis de empatía, de cariño expresado y también de firmeza para impulsarlos a sacar lo mejor de sí mismos. Conjugar suavidad y firmeza no es fácil y, sin embargo, se hace aún más importante cuando los estudiantes presentan más problemas. Para ellos la vida viene con más escollos y por lo mismo, deben desarrollar más recursos interiores para enfrentarlos.  

El papel del educador/a es ser parte de este proceso de fortalecimiento interior. Ayudarlos a crecer, acompañarlos y formar en ellos una personalidad capaz de superar sus propias dificultades, de enfrentar la vida, de llegar a hacerse autores de su propio desarrollo y de responsabilizarse de la vida de otros. 

Nuestra Pedagogía del Corazón que es integradora, hunde sus raíces en la persona de Jesús. Un Jesús contemplado, conocido interiormente en sus afectos, en su forma respetuosa y a la vez incansable de amar, de esperar, de comprender íntimamente cada corazón humano… De sus criterios y Buena Noticia, de su de acercarse, de tocar, de hacer y sanar, nace una concepción de la persona humana, una manera de mirar a cada una, una antropología que descubre: 

  • La dignidad de cada persona como hijo, hija de Dios, llamada a vivir un proyecto de Dios para ella. 
  • El valor de cada persona   …como amada hasta el extremo por Jesús.  

Para ser fieles a nuestra misión y al deseo de dar lo mejor a nuestros alumnos no podemos olvidar enseñarles a relacionarse con Dios y con los demás y a poner sus talentos al servicio de los demás.  

  • Progresivamente conscientes de sus dones personales y activamente responsables de su desarrollo. En el estudio y en los crecientes compromisos propios de su edad. 
  • Capaces de hacer una reflexión propia y personal acerca de la realidad. 
  • Capaces de ir eligiendo con libertad y formándose una voluntad consistente. 
  • Comprometidos solidariamente con su realidad según su edad, de modo que, paulatinamente puedan ir haciéndose hombres y mujeres capaces de aportar a la formación de una sociedad más humana y más justa.  

Este empeño no está exento de tensiones, sobre todo porque tenemos la obligación ética de ofrecer una educación de muy buen nivel académico.  

“Presten a las alumnas la ayuda que necesiten, de modo que aún las menos hábiles para el estudio lleguen al nivel máximo que su capacidad les permite. Los medios que han de emplear para lograrlo son, juntamente con la comprensión y el interés por sus alumnas, la diligente preparación remota y próxima de las clases y el empleo de material auxiliar moderno…”. (C Estrada junio de 1960) 

Lograr el equilibrio en la búsqueda de la formación integral de la persona concreta y el empeño por alcanzar estos altos niveles en la educación académica siempre será un desafío para la Pedagogía del Corazón.